martes, 27 de abril de 2010

El huevo

Cocinado por Huma el martes, abril 27, 2010




A mi, definitivamente, el huevo me parece adorable. Es un alimento maleable, que sirve para muchas preparaciones y, por ende, se adapta a los gustos de las personas. Tengo una amiga que detesta el huevo revuelto pero lo ama si está preparado a la copa. Mi abuela lo prefiere duro y yo, personalmente, también me inclino por el huevo a la copa.

Pero sea como sea que esté preparado, el huevo es un alimento del que se dicen muchas cosas. Por ejemplo, que la yema tiene un alto contenido de colesterol. Puede ser, pero también hay que tener en cuenta que la yema, a su vez, contiene fosfolípidos que limpian este colesterol malo. Así que eso de que comer huevo es malo, sólo se entiende si alguien consume cinco al día. Como dice mi tía Greta: “todo exceso es malo”.

En cuento a la clara, pues nada que decir, pues no contiene ninguna clase de lípidos e, incluso, contiene tantas proteínas que hay personas que sustituyen la carne por el consumo de clara de huevo.

¿Por qué quiero comenzar mi libro de recetas con el huevo?

Pues porque es lo primero que aprendí a cocinar y, aunque parezca sencillo, cocinarlo requiere de mucha presición. Así que acá les dejo mis tiempos de cocción del huevo, dependiendo del modo en que quieran comerlo.

Y de más está decirles que para llegar a este cálculo tuve que quemar, botar y romper muchos huevos.

Huevo a la copa: el huevo se pone en una cacerola, tapado con agua fría. Cuando el agua comienza a hervir cuentas, con reloj en mano, 2 minutos con 42 segundos. Luego, rápidamente, llevas la cacerola al chorro de agua fría y dejas que cambie el agua tres veces. La cocción precisa del huevo a la copa se hace en 2 minutos con 45 segundos, pero, para que quede perfectamente a la copa, se saca con tres segundos de anticipación. Entre que retiras la cacerola del fuego y la acercas al chorro de agua fría, ya han pasado los 3 segundos y ¡voilà! Listo para comer. En mi caso, con marraqueta cortada en pedacitos pequeños.

Huevo duro: el huevo se pone en una cacerola, tapado con agua fría. Cuando el agua comienza a hervir cuentas, con reloj en mano, 10 minutos. En esta etapa hay gente que reza un credo, pero yo no me lo sé, por lo que prefiero usar mi reloj. Luego de 10 minutos, retiras el huevo de la cacerola y lo pones en un cuenco con agua fría, la que debes ir cambiando cada cierto tiempo.Un huevo duro queda perfectamente cocido cuando, al sacarle la cáscara, está sale fácilmente, con la telita incluida. Cuando ha quedado mal cocido, la cáscara se pega a la telita y rompe el huevo.Desde mi punto de vista, nada más triste que un huevo duro roto e imperfecto.

Huevo revuelto: el huevo se pone en un sartén sobre aceite frío. Si lo pones sobre aceite caliente es muy probable que se fría antes de revolverlo y eso afecta a la consistencia del huevo revuelto. Cuando el huevo comience a cocerse, se revuelve, sin parar, hasta que la yema haya logrado un color amarillo parejo. En este momento, incorporo un chorrito de leche y apago el fuego, pero sigo revolviendo en el mismo quemador.

¿El resultado? Un huevo revuelto, bien cocido pero no seco.

La marraqueta, en este caso, también es muy bienvenida.

Nada mejor que iniciarse en la cocina que con huevos, pues son económicos y han pertenecido a la dieta universal por generaciones.

Acá, una infografía muy útil para medir la frescura de un huevo. ¡Gracias a mi novio Vinotinto por enviármela!

Para saber más del huevo, acá les dejo un interesante link sobre la Historia del Huevo.

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